Más tarde, comentando el accidente con una amiga, ella me cuenta que se acostumbró a usar el cinturón de seguridad -que antes no usaba- gracias a la insistencia de su hijo, probablemente sensibilizado por los docentes en la escuela. En eso, otra persona se suma a nuestra conversación y comenta que también esta mañana, camino al trabajo, una moto la pasó de forma imprudente, casi tocando su auto, a lo que pensó "y si a este tipo le pasa algo grave, ¿qué hago? ¿a quién llamo?".
Bajemos un cambio, estamos en Bariloche.
"Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
Pues si vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
y acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que espera,
más que duró lo que vio
porque todo ha de pasar
por tal manera.
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos".
Coplas a la muerte de su padre
Jorge Manrique, 1477.
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